.:: Historia de Puno

JULIACA EN EL SIGLO XVIII

Veamos tomas de los Soldaditos de Santa Catalina y de la Virgen de la Candelaria, patrona de Juliaca en las centurias de los setecientos y ochocientos, y un mapa del virreinato del Río de la Plata, cuando Juliaca pertenecía a este virreinato.

En ese siglo se terminó de construir el templo de Santa Catalina, se incorporó a Juliaca en el virreinato del Río de la Plata y se empoderó la Virgen de la Candelaria como patrona de Juliaca.
LA DESTRUCCIÓN DEL TEMPLO
En el primer tramo del siglo XVIII una parte del templo de Santa Catalina sufrió un deterioro y una caída, en el libro Arquitectura del Altiplano peruano leemos: “la antigua iglesia debió caerse en el primer tercio del siglo XVIII”. Ante tal situación, se reedificó y se amplió el templo.
LA REEDIFICACIÓN DEL TEMPLO
Durante cuatro décadas, desde los años treinta hasta 1774, se reconstruyó la parte destruida y se edificaron nuevos compartimientos en el templo de Santa Catalina. Se concluyeron el cuerpo, el presbiterio, la cúpula, la sacristía y otros recintos complementarios, con el uso “de cal y piedra”. En 1736 el cura Andrés de Yépez decía: “la he edificado con hartos trabajos hasta ponerla en término de cubrir el Presbiterio; que están volados los ocho arcos y emparejados los mojinetes, habiendo hallado solo paredes en la altura de seis varas y la Sacristía, que hoy está acabada, en los cimientos con más vara y media que le he levantado la pared del cuerpo de la Iglesia [es] de cal y piedra de pared tan ancha”. Sebastián Ata Yupanqui, hizo de maestro cantero en la reedificación.
La historiadora Esperanza Nájar escribía: “Desde el año de 1754 se empezó a acelerar la obra, cuando el Obispo de la Diócesis del Cusco, Juan Castañeda Velásquez y Salazar, nombró ecónomo y administrador de la obra al maestre de campo don Agustín Cahuapasa, cacique principal y gobernador [...] Además contribuyen [...] En 1732 el maestre de campo don Sebastián Zela Concha [...] en 1734 el maestre de campo don José Turucahua. En 1735 Isidro Ilaquita, Alcalde Mayor”.
Según Dionisio Torres Juárez, “En su construcción se emplearon más de doscientos ´mitayos´ pero, posteriormente por la bondadosa larguesa de Doña Catalina Fernández y Fernández, quien puso ´hacienda y brazos´ para terminar la construcción del templo... [quedó] expeditado el Templo de Santa Cecilia, llamada después de Santa Catalina en 1774”.
Así, en 1774 se concluyó la edificación del templo. El párroco de entonces Manuel de la Peña Montenegro, años después declaraba: “concluí la obra de la Iglesia de Juliaca por cuyo mérito el Iltmo. Señor Dr. Don Juan Manuel de Moscoso y Peralta, Dignísimo Obispo de esta Diócesis, en la visita que hizo de dicha doctrina me destinó por segunda vez de coadjutor de la misma”.
EL PUEBLO DE SANTA CATALINA
En el siglo XVIII, asociado a la construcción del templo, Juliaca asumió la advocación de Santa Catalina. El historiador arequipeño Francisco Mostajo apelando a la partida de bautismo de José Eraso de Burunda de 1746, escribió: “nació éste en el pueblo de Santa Catalina de Juliaca”. En el libro de bautismos de la doctrina de Santa Catalina de 1783 a 1794, las partidas iniciaban así: “En el Pueblo de Santa Catalina de Juliaca...”. La advocación de Santa Catalina persistió hasta la república.
LA VIRGEN DE LA CANDELARIA
En la segunda mitad de la centuria de los setecientos la Virgen de la Candelaria se convirtió en la nueva patrona del pueblo de Juliaca y el templo de Santa Catalina hacía de su santuario. Una partida de bautismo hallada por Esperanza Nájar de Alemán, inicia con el siguiente texto: “En el Pueblo y Santuario de Nuestra Señora de la Purificación de Juliaca en cuatro días del mes de Setiembre de mil setecientos sesenta y tres años”. La advocación de Nuestra Señora de la Purificación del pueblo de Juliaca fue por breve tiempo, en cambio la fiesta patronal en su honor perduró por buen tiempo.
LOS CURACAS DE JULIACA
En esa centuria persistían como curacas de Juliaca los Turucahua, entretanto adquirían notoriedad los Cahua Apasa, de los primeros se cuenta a Gabriel y José y de los Cahua Apasa a Agustín y Juan, éste último resultó nombrado Justicia Mayor de Azángaro por José Gabriel Túpac Amaru. Otro curaca juliaqueño fue Sebastián Zela Concha. En el siglo XIX cumplían la función de Curaca y Alcalde de Juliaca: Andrés de la Borda, José Mariano Zoto y Pedro José de Mestas.
LAS LENGUAS ANDINAS
En el Libro de Bautismos de 1640 a 1676 de la parroquia de Santa Catalina se registró a la parcialidad de Piquina, también en la Relación del pueblo de Juliaca (1689), esta parcialidad de puquinahablantes después tomó el nombre de Pequen; en la centuria de los setecientos persistía la lengua puquina en la jurisdicción juliaqueña. Los uros se concentraron en la parcialidad de Balsero, cuando esta parcialidad se extinguía, los pescadores se refugiaron por el puente Maravillas, lugar conocido como las Balsas de Juliaca, con ellos sobrevivía la lengua uruquilla. Entretanto, se acrecentaban los pobladores de habla quechua.
LA POSTA DE JULIACA
En la segunda mitad de los setecientos, a los antiguos tambos inkas que seguían en funciones, se les llamaba postas. Así, en 1773 Alonso Carrio de la Vandera más conocido como Concolorcorvo registró a Juliaca como posta y gran pueblo. Al referirse a las postas de la “gran provincia de Lampa”: Juliaca, Nicasio, Pucará, Ayaviri y Chungara, dijo: “Las cuatro [primeras están] en grandes pueblos y la última... Chungara, está a un lado del pueblo de Santa Rosa”.
EL VIRREINATO DEL RÍO DE LA PLATA
Este virreinato se erigió por Real Cédula del 1 de agosto de 1776, por otra Real Cédula del 21 de marzo de 1778 comprendía al corregimiento de Lampa y al actual departamento de Puno, hasta que por Real Cédula del 1 de febrero de 1796 la intendencia de Puno se reintegraba al virreinato del Perú. Juliaca como parte del corregimiento de Lampa perteneció a La Paz y al virreinato del Río de la Plata por dos decenios.
JULIACA EN 1780
En el Archivo Regional de Puno hallamos un Padrón del repartimiento de Juliaca de 1780, con la siguiente información: Juliaca contaba con ocho ayllos; las haciendas de Yucara, Cacacha (Cacachi), Chingora y San Nicolás de Taparachi; y la estancia de Santa Cruz; las haciendas eran propiedad de hispanos y la estancia de Pedro Cahua Apasa. La población del repartimiento ascendía a 2317 moradores, de los que tributaban el 12.31% era población uro. Por entonces, hacía de curaca de Juliaca Juan Cahua Apasa.
LAS PARCIALIDADES DE JULIACA
Del Padrón de 1780 se conoce que Juliaca contaba con las parcialidades de Collana, Esquen, Chilla, Escuri, Unocolla, Isla, Chacas y Pequen. De los libros de la Parroquia de Santa Catalina, se desprende que entre los años de 1783 y 1794, existían las parcialidades de Chilla, Unocolla, Jaran, Collana, Esquen, Escuri, Chacas, Pequen y Ciconi.
LA PRESENCIA HISPANA
En el Libro de Bautismos de 1783 a 1794 de la parroquia de Santa Catalina, quedaron registrados como hispanos: Damián Ruiz, Antonio Borda, Faustino Mestas, Felipe Arias, Juan de Dios Escarcena, Matías Zapata, Nicolás Soto, Bartolomé Felipe Arias, Lorenzo Rodríguez, Bernardo Otazú, Mariano Arias, Roque Véliz, Andrés Castelo, Juan Villalba, Ignacio Díaz, Agustín Flores, Mariano Fuentes, Felipe García, Silvestre Mestas, Pedro Véliz, Mariano Mestas, Clemente Betanzos y Bernardo Mendoza, entre otros.
LA INTENDENCIA DE PUNO
La intendencia de Puno se creó el 5 de junio de 1784 con los partidos de Azángaro, Lampa, Carabaya, Puno y Chucuito, la capital de la intendencia se fijó a la villa de Puno. Por entonces la intendencia de Puno estaba en la Audiencia de Charcas del virreinato de Río de la Plata. De manera que los corregimientos se transformaron en partidos y Juliaca integraba el partido de Lampa.
LOS ALCALDES DE JULIACA
El 10 de diciembre de 1796 se propuso de Alcalde de Españoles de Juliaca a Bentura Chávez, quien ejerció el cargo durante 1797. El 13 de diciembre de 1800 se propusieron a Andrés Borda y Mariano Mestas para Alcalde de Españoles de 1801. Después, se desempeñaban de Curaca y Alcalde de Juliaca Andrés de la Borda (1814), José Mariano Zoto (1821-1822) y Pedro José de Mestas (1823).
JULIACA EN EL PRIMER CUARTO DEL SIGLO XIX
En 1813 para el ejército realista de Goyeneche y Pio Tristán que se hallaba en el Alto Perú, solicitaron al Intendente de Puno 2,000 pares de zapatos y 1,000 pares de medias. Por información de Eduardo Pineda Arce de 1928 se conoce que la petición la cumplieron los pueblos de Huatta y Juliaca: "En esos tiempos […] las industrias indígenas han prestado importantes servicios […] cabe anotar […] las demandas... de los zapatos que los indios fabricaban en Huatta y de las calcetas que actualmente se tejen en Juliaca". Por esta información, se desprende que Juliaca se distinguía como un pueblo textil.
En el Archivo Regional de Puno se halló un documento del 19 de julio de 1825, que contiene un cuadro poblacional del partido de Lampa del año de 1819. La información de los habitantes del pueblo de Juliaca es la siguiente: Originarios, 185; Sobrinos, 479; Indios de haciendas, 127; Próximos, 67; Niños, 470; Reservados, 158; Niñas, 413; Viudas, 101; Solteras, 302; Casadas, 630; TOTAL: 2932 habitantes. En 1819 Juliaca, era el quinto pueblo más poblado de los 18 pueblos del partido de Lampa.
En el período colonial en el distrito de Juliaca se cultivaron varias expresiones coreográficas, entre ellas anotamos a los Soldaditos de Santa Catalina, los Morenos, los Diablos y el Toro Toro, de estas queda los Soldaditos de Santa Catalina.

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